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Estados Unidos sigue siendo uno de los países con más partos prematuros. ¿Se puede solucionar?

El segundo embarazo de Tamara Etienne estuvo lleno de riesgos y preocupaciones desde el principio, exacerbado porque ya había sufrido un aborto espontáneo.

Como maestra de tercer grado en una escuela pública del condado de Miami-Dade, pasaba todo el día parada. Le pesaban las preocupaciones financieras, incluso teniendo seguro de salud y algo de licencia paga.

Y, como mujer negra, toda una vida de racismo la volvió desconfiada de las reacciones impredecibles en la vida diaria. Estaba agotada por el trato despectivo y desigual en el trabajo. Justamente el tipo de estrés que puede liberar cortisol, que, según estudios, aumenta el riesgo de parto prematuro.

“Lo experimento todo el tiempo, no camino sola, o lo hago con alguien a quien debo proteger. Sí, el nivel de cortisol en mi cuerpo es incontable”, expresó.

A los dos meses de embarazo, las náuseas implacables cesaron de repente. “Empecé a sentir que mis síntomas de embarazo estaban desapareciendo”, dijo. Entonces comenzó un extraño dolor de espalda.

Etienne y su esposo corrieron a la sala de emergencias, donde confirmaron que corría un grave riesgo de aborto espontáneo. Una cascada de intervenciones médicas —inyecciones de progesterona, monitoreo fetal en el hogar y reposo en cama— salvó a la niña, que nació a las 37 semanas.

Las mujeres en Estados Unidos tienen más probabilidades de dar a luz prematuramente que las de la mayoría de los países desarrollados. Esto coincide con tasas más altas de mortalidad materno infantil, miles de millones de gastos en cuidado intensivo y a menudo una vida de discapacidad para los prematuros que sobreviven.

Aproximadamente uno de cada 10 nacimientos vivos en 2021 ocurrió antes de las 37 semanas de gestación, según un informe de March of Dimes publicado en 2022. En comparación, investigaciones recientes citan tasas de nacimientos prematuros del 7,4% en Inglaterra y Gales, del 6% en Francia y del 5,8% en Suecia.

En su informe, March of Dimes encontró que las tasas de nacimientos prematuros aumentaron en casi todos los estados de 2020 a 2021. Vermont, con una tasa del 8%, tuvo la calificación más alta del país: una “A-”. Los resultados más sombríos se concentraron en los estados del sur, que obtuvieron calificaciones equivalentes a una “F”, con tasas de nacimientos prematuros del 11,5% o más.

Mississippi (15 %), Louisiana (13,5 %) y Alabama (13,1 %) fueron los estados con peor desempeño. El informe encontró que, en 2021, el 10,9% de los nacidos vivos en Florida fueron partos prematuros, por lo que obtuvo una “D”.

Desde que la Corte Suprema anulara Roe vs. Wade, muchos especialistas temen que la incidencia de nacimientos prematuros se dispare. El aborto ahora está prohibido en al menos 13 estados y estrictamente restringido en otros 12: los estados que restringen el aborto tienen menos proveedores de atención materna, según un reciente análisis de Commonwealth Fund.

Eso incluye Florida, donde los legisladores republicanos han promulgado leyes contra el aborto, incluida la prohibición de realizarlo después de las 15 semanas de gestación.

Florida es uno de los estados menos generosos cuando se trata de seguro médico público. Aproximadamente una de cada 6 mujeres en edad fértil no tiene seguro, lo que dificulta mantener un embarazo saludable. Las mujeres de Florida tienen el doble de probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo y el parto que las de California.

“Me quita el sueño”, dijo la doctora Elvire Jacques, especialista en medicina materno-fetal del Memorial Hospital en Miramar, Florida.

Jacques explicó que las causas de los partos prematuros son variadas. Alrededor del 25% se inducen médicamente, por condiciones como la preeclampsia. Pero la investigación sugiere que muchos más tendrían sus raíces en una misteriosa constelación de condiciones fisiológicas.

“Es muy difícil identificar que una paciente tendrá un parto prematuro”, dijo Jacques. “Pero sí puedes identificar los factores estresantes en sus embarazos”.

Los médicos dicen que aproximadamente la mitad de todos los nacimientos prematuros debido a factores sociales, económicos y ambientales, y al acceso inadecuado a la atención médica prenatal, se pueden prevenir.

En el Memorial Hospital en Miramar, parte de un gran sistema de atención médica pública, Jacques recibe embarazos de alto riesgo referidos por otros obstetras del sur de Florida.

En la primera cita les pregunta: ¿Con quién vives? ¿Donde duermes? ¿Tienes adicciones? ¿Dónde trabajas? “Si no supiera que trabajan en una fábrica paradas cómo les podría recomendar que usaran medias de compresión para prevenir coágulos de sangre?”.

Jacques instó al gerente de una tienda a que permitiera a su empleada embarazada trabajar sentada. Persuadió a un imán para que le concediera a una futura mamá con diabetes un aplazamiento del ayuno religioso.

Debido a que la diabetes es un factor de riesgo importante, a menudo habla con los pacientes sobre cómo comer de manera saludable. Les pregunta: “De los alimentos que estamos discutiendo, ¿cuál crees que puedes pagar?”.

El acceso a una atención asequible separa a Florida de estados como California y Massachusetts, que tienen licencia familiar paga y bajas tasas de residentes sin seguro; y a Estados Unidos de otros países, dicen expertos en políticas de salud.

En países con atención médica socializada, “las mujeres no tienen que preocuparse por el costo financiero de la atención”, apuntó la doctora Delisa Skeete-Henry, jefa del departamento de obstetricia y ginecología de Broward Health en Fort Lauderdale. Y tienen licencias por maternidad pagas.

Sin embargo, a medida que aumentan los nacimientos prematuros en Estados Unidos, la riqueza no garantiza mejores resultados.

Nuevas investigaciones revelan que, sorprendentemente, en todos los niveles de ingresos, las mujeres negras y sus bebés experimentan resultados de parto mucho peores que sus contrapartes blancas. En otras palabras, todos los recursos que ofrece la riqueza no protegen a las mujeres negras ni a sus bebés de complicaciones prematuras, según el estudio, publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica.

Jamarah Amani es testigo de esto como directora ejecutiva de Southern Birth Justice Network y defensora de la atención de parteras y doulas en el sur de Florida. A medida que evalúa nuevos pacientes, busca pistas sobre los riesgos de nacimiento en los antecedentes familiares, análisis de laboratorio y ecografías. Y se centra en el estrés relacionado con el trabajo, las relaciones, la comida, la familia y el racismo.

“Las mujeres negras que trabajan en ambientes de alto estrés, incluso si no tienen problemas económicos, pueden enfrentar un parto prematuro”, dijo.

Recientemente, cuando una paciente mostró signos de trabajo de parto prematuro, Amani descubrió que su factura de electricidad estaba vencida, y que la empresa amenazaba con cortar el servicio. Amani encontró una organización que pagó la deuda.

De los seis embarazos de Tamara Etienne, dos terminaron en aborto espontáneo y cuatro fueron de riesgo de parto prematuro. Harta de la avalancha de intervenciones médicas, encontró una doula y una partera locales que la ayudaron en el nacimiento de sus dos hijos más pequeños.

“Pudieron guiarme a través de formas saludables y naturales para mitigar todas esas complicaciones”, dijo.

Sus propias experiencias con el embarazo dejaron un profundo impacto en Etienne. Desde entonces, ella misma se ha convertido en una doula.

Por un tecnicismo, niños necesitados podrían no tener acceso a vacunas contra el VRS

Tras casi cinco décadas de intentos, la industria farmacéutica está a punto de suministrar vacunas eficaces contra el virus respiratorio sincitial (VRS), que ha llevado al hospital a 90,000 niños en lo que va del invierno. 

Sin embargo, solo una de las vacunas está diseñada para administrarse a bebés, y un error en la redacción de la ley puede imposibilitar que los niños de bajos ingresos tengan el mismo acceso a la vacuna que los que tienen un buen seguro.

Desde 1994, la vacunación sistemática es un derecho de la infancia en el marco del programa Vacunas para los Niños, a través del cual el gobierno federal compra millones de vacunas y las suministra gratuitamente a través de pediatras y clínicas a los niños sin seguro, con seguro insuficiente o con Medicaid, que son más de la mitad de todos los menores estadounidenses.

La ley de 1993 por la que se creó el programa no incluye específicamente las inyecciones de anticuerpos, que se utilizaban raramente y solo como terapia de emergencia al momento en que se redactó el proyecto de ley.

Pero la primera inmunización que probablemente esté disponible para los bebés, llamada nirsevimab –se aprobó en Europa en diciembre y se prevé que la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) la apruebe este verano–, no es una vacuna sino un anticuerpo monoclonal, que neutraliza los virus del VRS en el torrente sanguíneo.

La doctora Kelly Moore, presidenta del grupo de defensa Immunize.org, dijo que no hay duda que el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) de Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendará administrar el anticuerpo a los bebés. Ahora los CDC están analizando si nirsevimab sería elegible para el programa Vacunas para los Niños, dijo a KHN Kristen Nordlund, vocera de la agencia. 

No hacerlo “condenaría a miles y miles de niños a hospitalizaciones y enfermedades graves por razones semánticas, a pesar de la existencia de una inmunización que funciona igual que una vacuna estacional”, afirmó.

Funcionarios de Sanofi, que está produciendo la inyección de nirsevimab junto con AstraZeneca, se negaron a indicar un precio, pero dijeron que el rango sería similar al de un curso de vacuna pediátrica. Los CDC pagan alrededor de $650 por la vacuna de rutina más costosa, las cuatro inyecciones contra la infección neumocócica. En otras palabras, la aprobación de la FDA convertiría al nirsevimab en un fármaco de gran éxito con un valor de miles de millones anuales si se administra a una gran parte de los aproximadamente 3,7 millones de niños que nacen en el país cada año.

Pfizer y GSK están fabricando vacunas tradicionales contra el VRS y esperan la aprobación de la FDA a finales de este año. La inyección de Pfizer inicialmente se administraría a las mujeres embarazadas, para proteger a sus bebés de la enfermedad, mientras que la de GSK sería para los adultos mayores.

Las vacunas para lactantes se encuentran en fase de desarrollo, pero expertos aún están un poco nerviosos al respecto. En 1966 fracasó estrepitosamente el ensayo de una vacuna contra este virus en el que murieron dos bebés, y los inmunólogos no se ponen totalmente de acuerdo sobre la causa del desastre, según el doctor Barney Graham, científico jubilado de VRS y covid.

Después que los aislamientos y las máscaras por covid ralentizaran su transmisión durante dos años, el VRS estalló este año en todo Estados Unidos, inundando las unidades de cuidados intensivos pediátricos.

Sanofi y AstraZeneca, los fabricantes de nirvisemab, esperan que la FDA lo apruebe, que los CDC lo recomienden y que se aplique en todo el país antes del otoño para prevenir nuevas epidemias del VRS.

Su producto está diseñado para administrarse antes de la primera temporada invernal del VRS de cada bebé. En los ensayos clínicos los anticuerpos ofrecieron una protección de hasta cinco meses; la mayoría de los menores no necesitarían una segunda dosis porque el virus no es un peligro mortal para los niños sanos de más de un año, dijo Jon Heinrichs, miembro principal de la división de vacunas de Sanofi.

Si no se acepta el tratamiento con anticuerpos para el programa Vacunas para Niños, habrá un acceso limitado a la vacuna para los que no tienen seguro médico y para los beneficiarios de Medicaid, la mayoría de los cuales son negros e hispanos (que pueden ser de cualquier raza), indicó Moore. Las farmacéuticas tendrían que negociar con el programa Medicaid de cada estado para incluirlo en sus formularios.

Excluir la vacuna del programa Vacunas para Niños “sólo empeoraría las disparidades sanitarias existentes”, dijo el doctor Sean O’Leary, profesor de pediatría de la Universidad de Colorado y presidente del comité de enfermedades infecciosas de la Academia Americana de Pediatría.

El VRS afecta a bebés de todas las clases sociales, pero tiende a perjudicar más a los hogares pobres y hacinados, dijo Graham. “Los antecedentes familiares de asma o alergia lo empeoran, y si son muy prematuros”, dijo.

Aunque entre el 2% y el 3% de los lactantes son hospitalizados cada año por el virus respiratorio sincitial, hay una alta supervivencia. Pero hasta 10,000 adultos mayores mueren cada año a causa de estas infecciones. Esto cambiará con el fin de pagos de bolsillo para todas las vacunas bajo Medicare, incluida la del VRS, bajo la Ley de Reducción de la Inflación de 2022.

Jennifer Reich, socióloga de la Universidad de Colorado que estudia las actitudes en materia de vacunación, afirmó que es probable que el alto grado de indecisión sobre las vacunas reduzca su aceptación, independientemente de quién las pague.

Los nuevos tipos de vacunas, como los anticuerpos de Sanofi/AstraZeneca, suelen asustar a los padres, y es probable que la vacuna de Pfizer para las mujeres embarazadas también provoque temor.

Los responsables de salud pública “no parecen saber cómo superar la desinformación” de que las vacunas merman la fertilidad o perjudican de algún otro modo a las personas, dijo Reich.

Por otra parte, la epidemia del VRS de este año será significativa para muchas madres, dijo Heidi Larson, líder del Vaccine Confidence Project y profesora de antropología en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

“Tener a un hijo hospitalizado por el VRS da miedo”, afirmó.

Aunque desafortunado, “el elevado número de niños que murieron o ingresaron en la UCI en la última temporada con VRS es, en cierto modo, útil”, dijo la doctora Laura Riley, catedrática de obstetricia y ginecología de Weill Cornell Medicine en Nueva York.         

Los especialistas de su campo no han empezado realmente a hablar de cómo informar a las mujeres sobre la vacuna, dijo Riley, presidenta del grupo de inmunización del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos.

“Todo el mundo ha estado esperando a ver si se aprobaba”, señaló. “La educación tiene que empezar pronto, pero es difícil educar antes de lanzar la vacuna”.